En unos planes educativos cambiantes, la materia de Historia permanece como una asignatura importante. Pero ¿es útil aprenderla? ¿Y si me voy a dedicar a algo que no tiene nada que ver? ¿Para qué sirve?
La percepción tradicional de esta disciplina implica que es necesario conocer la Historia para saber de dónde venimos y no volver a cometer los mismos errores que en el pasado. Pero en un contexto tradicional, asumimos que solo con explicar al alumnado lo que sucedió en tiempos anteriores y que ellos lo entiendan y memoricen, van a aprender a extraer consecuencias. De esta forma, desde esta perspectiva, se copia y se trabajan temarios que luego el alumnado memoriza y vuelca en exámenes contundentes… Y que, por lo general, olvida pronto.
Y si esto es así ¿para qué sirve estudiar Historia?
Una percepción más moderna nos permite un abordaje desde un punto de vista más analítico y en el departamento de Ciencias Sociales de Escuela Ideo estamos convencidos de que este es el camino. ¿Pero qué hacemos entonces en clase?
En 1º de Bachillerato, este año, hemos enfocado la materia como un trabajo de investigación temática de los eventos que suceden durante el siglo XX. La clase está dividida en grupos de trabajo que investigan sobre los grandes conceptos que jalonan la Historia de ese siglo tan convulso: las revoluciones, las guerras, las ideologías, etc. Nuestro primer tema han sido las revoluciones del siglo XX y ahí, cada grupo base escoge un ejemplo de una revolución en concreto y lo investiga en sus vertientes política, económica, social y cultural. Luego se crean espacios en los que el propio alumnado explica a sus compañeros las conclusiones de sus investigaciones.
En el siguiente paso, el alumnado se reúne en grupos de expertos (en política, economía, etc.) para comparar sus investigaciones y tratar de establecer similitudes que se den, por ejemplo, en todos los contextos previos a todas las revoluciones investigadas. Finalmente, se comparan estas similitudes con el momento presente para intentar interpretar la realidad histórica que vive el alumnado en relación con el pasado que ha investigado. En el caso de nuestro ejemplo, se analiza qué tan cerca está España de vivir un tiempo en el que sería posible una revolución.
De esta forma, nuestras alumnas y nuestros alumnos han investigado, recopilado, analizado e interpretado la Historia. Han ido más allá de la memorización de datos y se han convertido en auténticos historiadores e historiadoras. Y así, la asignatura cobra todo el sentido como una materia que les sirve para analizar su presente y comprenderlo mejor. En definitiva, una materia práctica y útil en su vida diaria.
Antonio Roldán, profesor de Historia en Secundaria/Bachillerato y Departamento de Metodologías
Bachillerato