Cada año, miles de personas se acercan al parque de El Retiro para recorrer las casetas de la Feria del Libro. Este evento no solo es una cita imprescindible para amantes de la lectura, sino también una oportunidad única para celebrar la cultura, descubrir voces nuevas y recordar el valor que tienen los libros en nuestras vidas. Este curso, para nuestro centro, la visita fue mucho más que eso.

En el marco del Plan de fomento de la lectura y del proyecto Parejas Lectoras, organizamos una salida con la intención de conocer de primera mano uno de los eventos culturales más emblemáticos de la ciudad, animar al alumnado a leer literatura contemporánea, estrechar lazos como grupo y — lo más desafiante para algunos— asumir durante unas horas la responsabilidad de cuidar a un compañero menor o dejarse cuidar por un alumno mayor.

Lectura, ciudad y vínculos

La Feria es un lugar ideal para contagiar entusiasmo por los libros. Muchos alumnos y alumnas se sorprendieron al descubrir editoriales independientes, charlar con personajes públicos (6º de Primaria se encontró con la Reina Leticia) o simplemente hojear obras fuera del canon escolar. Este contacto directo con el mundo editorial y social les permitió sentirse parte de una comunidad cultural viva y les invitó a pensar en qué tipo de lectores quieren ser.

El paseo compartido también sirvió para transformar las relaciones entre compañeros y compañeras mayores y menores: salir del aula y caminar juntos, observar sus reacciones ante ciertos libros, descubrir afinidades o diferencias, les permitió conocerse desde otro lugar, más genuino y menos condicionado por los roles habituales.

Cuidar como forma de aprender

Una de las dimensiones más interesantes —y también más desafiantes— de la salida fue el agrupamiento de las parejas lectoras. El objetivo del emparejamiento era acompañar a la pareja, guiarla y estar pendiente durante la mañana. Para muchos fue una experiencia reveladora. Algunos alumnos expresaron reticencias al principio, pero precisamente ahí reside el valor pedagógico de la actividad: responsabilizarse de alguien más pequeño implica aprender a observar, a adaptarse, a ser paciente, a priorizar las necesidades del otro. En una sociedad que premia la competitividad y la autonomía individual, fomentar una cultura del cuidado es un acto casi subversivo. Enseñar a cuidar es también enseñar a mirar el mundo desde otro lugar, más empático, más comprometido, más humano.

Una experiencia que deja huella

Tanto profesorado como alumnado coinciden en que la jornada fue intensa, enriquecedora y, en muchos casos, transformadora. Lo que comenzó como una simple visita a la Feria del Libro acabó siendo una oportunidad para explorar la ciudad, descubrir libros, fortalecer lazos afectivos y asumir nuevas responsabilidades.

Más allá de los libros comprados, lo que nos trajimos de vuelta fue una experiencia lectora compartida, una red de vínculos reforzada y la certeza de que cuidar —de un libro, de una historia, de una persona— también forma parte de lo que significa educar.

Cristina Moreno, Profesora y Coordinadora Departamento de Lengua

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