“Para la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer” (Virgina Woolf).
Durante siglos, los ámbitos académico y literario han constituido un territorio hostil para las mujeres, resultando prácticamente imposible para las autoras expresar su manera de ver el mundo sin ser tildadas de “excéntricas” o “raras”. Aquellas que hicieron acopio de valentía y se expresaron por medio de la escritura, hubieron de enfrentarse al juicio parcial y al menosprecio de una sociedad en la que las hazañas femeninas estaban predestinadas a perecer sombra.
Es de admirar la lucha de las mujeres que, poco a poco, consiguieron alzar la voz y las palabras en un mundo dominado por hombres. No obstante, les fue imposible escapar de los innumerables estereotipos de la época, teniendo que avanzar por su trayectoria literaria bajo una lluvia de innumerables menosprecios. Famosas son, por ejemplo, las tensiones entre Emilia Pardo Bazán y los miembros de la Real Academia, que se opusieron con vehemencia a su ingreso en la institución. Con el objeto de sortear los prejuicios, y para poder publicar libremente, muchas escritoras se vieron forzadas a refugiarse bajo la protección de un pseudónimo masculino; destacan ejemplos como el de Víctor Catalán, que era en realidad Caterina Albert, autora de Solitud; o A. M. Barnard, a quien hoy conocemos como Luisa May Alcott, la autora de Mujercitas. Asimismo, muchas autoras han recurrido a las siglas para ocultar su verdadera identidad, temiendo que esta pudiera afectar a la aceptación de su obra, como es el caso de J.K. Rowling, autora de Harry Potter, o P.L.Traveler, creadora de Mary Poppins cuyo nombre completo era Pamela Lyndon Traver. Son, por último, trágicas las historias de mujeres como María Lejárraga, autora reconocida de las obras firmadas por su esposo, quien trabajó sin descanso para satisfacer las necesidades económicas de su marido y únicamente en la actualidad ha obtenido el reconocimiento merecido.
A día de hoy, los currículos escolares y los materiales didácticos todavía ignoran la voz de las muchas mujeres que han dedicado su vida a la escritura, un problema no sólo latente en el ámbito literario, sino también en el histórico, el artístico y el científico. Un estudio de la Universitat de València revela que solo el 7,5% de los referentes de los libros de texto de la ESO son femeninos. Actualmente nuestros hijos e hijas, nuestros alumnos y alumnas, accederán a referentes femeninos únicamente si sus familias los visibilizan; si sus profesores y profesoras, saliéndose de lo establecido por los currículos, traen al aula los mundos creados por las mujeres.
Es por ello que, con el deseo de reivindicar la labor y el legado de las escritoras a lo largo de la historia, este año Escuela Ideo volverá a celebrar el Día de las Escritoras, una efeméride que celebraremos a lo largo de la semana y en la que disfrutaremos de la lectura de textos escritos por mujeres, aportando un poco de bálsamo en una herida latente que requiere de medidas reales, tanto en las leyes educativas como en la sociedad en su conjunto.
Autoras: Sara Ayala (2º Bachillerato de Artes), Irene Hernando (2º Bachillerato de Ciencias) y Cristina Moreno, profesora de bachillerato.