Uno de los recursos más maravillosos y potentes para aprender es nuestro propio entorno. La naturaleza, sus cambios, ciclos, los seres vivos que nos rodean, etc. son una fuente de estímulos, sensaciones, emociones y experiencias que nos facilitan nuestro aprendizaje.
Por ello, cada semana los niños y niñas de infantil disfrutan de una sesión más orientada a esta actividad: observar, interactuar y experimentar con el entorno natural, en este caso a través del huerto.
Este curso, sin embargo, la propia naturaleza nos lo está poniendo un poco complicado. Comenzamos el curso con un huerto con variedad de hortalizas, colores, sabores y olores, pero a los conejos también les gustó lo que cultivamos y no dudaron en darse un buen banquete. Luego llegó Filomena, que causó estragos tanto en nuestro bosque como en el huerto, y además, los conejos siguen colándose a merendar… Sin embargo, cada problema es una oportunidad para aprender, como bien nos han demostrado nuestros/as profes expertos en el huerto: Celia y Pablo. Nuestro huerto se ha ampliado a todo el espacio del cole, y estamos disfrutando al trabajar con elementos naturales. Las piedras y ramas nos ayudan a contar, a escribir en el suelo y elaborar pequeñas obras de arte efímero construyendo números, nombres, etc. en las que ponemos en juego otras habilidades lingüísticas, numéricas, lógicas, espaciales…. Además todo nuestro cole está rodeado de árboles, arbustos y flores que con estos primeros rayos de sol de febrero están exuberantes. La observación de los árboles con el conocimiento de Celia nos ha ayudado a descubrir que las flores tienen muchas más formas, a veces solo aptas para los ojos más curiosos, y que los frutos y hojas también pueden ser de lo más variados.
Nuestra última gran sorpresa ha sido el bosque, al que después de meses hemos podido volver acceder. Y aunque faltan algunos árboles, sus ramas se han convertido en un nuevo recurso con el que jugar, construir cabañas y realizar distintos juegos simbólicos imaginándonos que somos exploradores, animales, o incluso que vivimos en cabañas de la Prehistoria. Construir cabañas no es una tarea fácil, pero el trabajo en equipo siempre ayuda ¡y refugiarse dentro es tan divertido!
En definitiva, aunque pasamos mucho tiempo en el exterior, estas sesiones de “huerto” son una experiencia muy enriquecedora para nuestro aprendizaje que nos ayuda a mirar, sentir y disfrutar de la naturaleza con otra sensibilidad.
Educación Infantil