IDEO, 23/04/16.- En un lugar de Las Tablas, de cuyo nombre sí logro acordarme, no ha mucho tiempo que comenzaba una escuela de las que rompen lanza, sabiduría antigua, gente buena y buena educación.
Una clase diaria de Educación Física, doble de Inglés, Lengua y Matemáticas como las demás, Música, Plástica, Culturas y otras materias consumían la jornada. El resto della concluía con circo, superhéroes, animalibros, PAM y un montón de proyectos que animaban a aprender de otra manera.
Tenían en su casa enseñantes que pasaban de los cuarenta y otros que se alejaban de los treinta y personal que así se encargaba de la recepción como administraba todo el colegio.
Frisaba la edad de nuestro centro con los dos años, era de complexión recia y ánimo alegre; gran madrugador y amigo de celebraciones. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Feliz o Felicidad (que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben), aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llama Feliz; pero esto importa poco a nuestra historia; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.
Es, pues, de saber, que esta sobredicha escuela, los ratos que estuvo ociosa (que eran los menos del año) se dio a preparar su proyecto educativo con tanta afición y gusto, que se fue convirtiendo en un lugar de referencia en casi todo el mundo; y llegó a tanto su curiosidad y atino en esto, que invirtió muchas fanegas de ilusión, para tener todo preparado: ya así llevó a su texto a gentes que pudieran saber dello y de todo lo que supusiera mejorar su trabajo; y de todos ningunos le parecían tan bien como el del que se proponía en su preámbulo: porque la claridad de su prosa, y aquellas razones suyas, le parecían de perlas; y más cuando llegaba a escuchar aquellas teorías y prácticas, donde hallaba escrito: “Me gusta la gente serena, que piensa y medita internamente. Me gusta la gente que sabe que se construye a partes iguales desde la razón y el corazón. Me gusta la gente que está atenta, que escucha, que mira a los ojos con sinceridad y que camina en silencio a mi lado”.
Con estas y semejantes razones ganaba Escuela Ideo el juicio, y empeñábase por entenderlas y practicarlas con sentido. Hasta llegaban al mismo Aristóteles, que si resucitara, no dudaría en venirse con ella.
A propósito de El Quijote, en la celebración del IV Centenario de la muerte de Cervantes.
(César Rollán, profesor de Secundaria, Escuela Ideo)
Interesante artículo, aunque difícil de entender.