Acaba el tercer curso de Escuela Ideo justo a tiempo para comenzar en nuestro nuevo emplazamiento. En los últimos días de junio hemos compartido trabajo con la empresa de mudanza, recogiendo todo lo que nos han acompañado hasta ahora, desde las mesas y sillas de cada clase -de múltiples tamaños y colores- hasta las pizarras, pasando por los libros de la biblioteca, los platos de la cocina, estanterías, armarios… pero solo unas pocas personas tocaron una de las cosas más valiosas del colegio: las carpetas personales de nuestro alumnado.
Esas carpetas, con sus expedientes, fotos y documentación, son el símbolo de lo más importante de nuestra escuela, aquello por lo que somos y existimos, la razón de nuestro origen y nuestra propia historia. En ellas están los nombres de niñas, niños y jóvenes y el de sus familias.
Junto a ellas se fueron las de las trabajadoras y trabajadores, las más envejecidas -pues es bien sabido que en Ideo el tiempo se revaloriza- y las recién incorporadas, que ya están inauguradas para albergar la documentación de quienes se incorporan el próximo curso.
Y es que en nuestra Escuela Ideo, somos muy conscientes de que lo que más vale son las personas, de que el valor de esta empresa común, somos aquellos que creamos el día a día de nuestro centro educativo, desde quienes se encargan de que todo esté limpio y en su sitio, a quienes lloran al principio de curso. Peques de Infantil, niñas y niños de Primaria, adolescentes de Secundaria y jóvenes de Bachillerato junto con maestras, maestros y personal de administración y servicio, somos lo más valioso de Escuela Ideo, nuestra seña de identidad, nuestro objetivo y fin en sí mismo.
Seguimos, sin ser los mismos que comenzamos y siendo más y más preparados, personas de todas las edades, abiertas al aprendizaje, envueltas de un precioso proyecto educativo, comprometidas desde lo más profundo de nuestras intenciones con hacer un mundo mejor.
¡Feliz verano!