IDEO, 30/11/15.- El aprendizaje por proyectos es una práctica educativa cada vez más común. Escuela Ideo desarrolla esta metodología desde el primer momento. Es bien conocido ya que, partiendo de un tópico generativo, se proponen una serie de tareas con distintas actividades de investigación y creación mediante equipos cooperativos. En el trabajo diario se van dando interacciones entre el alumnado de lo más diversas; la mayoría están controladas por las indicaciones que acompañan a las actividades, pero hay otras que se escapan de nuestro punto de vista.

Determinamos las horas lectivas dedicadas a la actividad de proyectos con la máxima precisión posible, tratando de que no se nos escape ni el tiempo ni la ocupación de todas y todos. Tratamos de evaluar de múltiples formas la actividad, teniendo en cuenta las circunstancias de los integrantes del grupo, su aportación individual y el resultado colectivo. Damos oportunidad de puntuarse mediante la autoevaluación y la heteroevaluación.

Las personas que nos dedicamos a la educación tratamos de ser justos en la evaluación y las notas. En el aprendizaje por proyectos nos fijamos en todo lo que hacen las alumnas y alumnos, en cómo lo hacen y en su progreso, sin embargo hay un punto que se escapa de nuestra mirada. Los grupos trabajan juntos, se relacionan sus miembros entre sí y con los demás grupos, el trabajo individual tiene distintas intensidades; en el día a día de las actividades y tareas pasan cosas que les pueden llegar a marcar de por vida.

El trabajo por proyectos es como el trabajo de campo pues, aunque busquen algo en concreto, se encuentran de todo; todo sirve para formar la personalidad infantil y adolescente, para orientar los gustos y aficiones, para despertar la curiosidad sobre aspectos a veces inesperados, para generar aprendizajes nuevos.

En proyectos nos sucede lo mismo que en la conducción, en la que uno de los aspectos más importantes que hay que tener en cuenta es la visibilidad; la mirada al exterior del vehículo debe ser constante y atenta, todo es poco para evitar perderse lo que está pasando alrededor, sin embargo que no veamos algo, no significa que no exista ya que hay un punto ciego que se escapa de nuestra visión directa.

Pasan cosas en proyectos, por las aulas abiertas, en los pasillos, por las escaleras, entre cursos, pasan cosas que se nos escapan y que cualquiera se atrevería a juzgar como buenas o malas. Pienso que todas son positivas porque forman parte del aprendizaje, se generan en un medio educativo y tarde o temprano provocan conexiones constructivas.

Es lo que tiene un aula sin niñas y niños sentados en sus pupitres, formales, controlados, resolviendo páginas y páginas de ejercicios, callados, sin alteraciones que les distraigan de las explicaciones. Nuestro tiempo de proyectos es abierto, flexible, en ocasiones ruidoso, informal, diverso, con breves explicaciones y mucha creatividad. Desconocemos lo que pasa en su interior y es posible que en muchas ocasiones ellas y ellos ni se den cuenta de cómo se interioriza su aprendizaje, pero sabemos que lo que hacen, descubren y aprenden no les deja indiferentes.

César Rollán (Profesor de Secundaria, Escuela Ideo)