Relacionado con el criterio anterior, defendemos una educación democrática, participativa, para la cooperación y dialógica.

Entendemos como educación democrática aquella en la que el alumnado recupera el protagonismo. Los estudiantes participan en la vida democrática del centro, toman decisiones sobre su propio aprendizaje y sobre el día a día de la escuela y su funcionamiento. Son ciudadanos activos de la pequeña ciudad que constituye la escuela.

Como apunta Francesco Tonucci (Frano, Italia, 1941) «la Educación Democrática se basa en el respeto a los niños y a los jóvenes. La Educación Democrática ocurre cuando se honra y se reconoce a los niños como individuos que participan activamente en su camino por la educación. La Educación Democrática es una educación basada en el sentido, la relevancia, la alegría, la comunidad, el amor, y los derechos humanos».

Entendemos que hacer partícipe al alumnado en la toma de decisiones tiene efectos muy favorables en la convivencia. Las personas respetan a quienes les respeta, escuchan a quienes les escucha. La participación en la escuela hace que el alumnado la sienta como propia, se identifique con algo de lo que forma parte, se sienta responsable de lo que en ella ocurra. Es un espacio en el que los niños y niñas desarrollan su autonomía y aprenden a ser ciudadanos siéndolo.

Aplicamos la educación para la cooperación. Partimos de la creencia de que vivimos en un mundo cada vez más individualista, en el que la insensibilidad hacia los demás es cada vez mayor. Queremos que nuestro centro luche contra este individualismo formando personas empáticas, abiertas a su entorno y solidarias con la humanidad, que sean capaces de ponerse en el lugar del otro y ayudarle a cubrir sus necesidades.

Para ello trabajamos la solidaridad como uno de los principios esenciales dentro de nuestro proyecto, trabajamos cooperativamente en las aulas para que el trabajo colectivo prime sobre el individual y organizamos acciones de voluntariado y ayuda con asociaciones del entorno y de otros lugares de nuestro planeta.

Consideramos muy enriquecedor para nuestros alumnos y alumnas el desarrollo de una conducta pro-social, que no solo beneficia a la humanidad sino al propio individuo, que aprende a ponerse en el lugar del otro, a sentir la satisfacción por lo bien hecho. Esto, sin duda, refuerza la autoestima de nuestro alumnado y mejora la convivencia.

Partimos de la teoría de la pedagogía dialógica, cuya base se asienta en el hecho de que se debe aprender a partir del intercambio, del diálogo.

El término dialógico es definido por la Real Academia Española en su tercera acepción como “que contempla o propicia la posibilidad de discusión”. Más allá de una concepción de la educación basada en el monólogo del profesor, como transmisor de conocimientos, y el alumno, como receptor de los mismos, partimos de que es necesario añadir el diálogo, la discusión entre el docente y el alumno como herramienta de aprendizaje. Así podemos señalar que “la tendencia de la pedagogía o la educación dialógica consiste en el progresivo reconocimiento en la teoría y la praxis educativa contemporánea, sobre la necesidad de que la enseñanza salga del estrecho marco de la transmisión de contenidos a un sujeto que los acumula, para pasar a hacer buen uso de las capacidades cognitivas del alumno, permitiéndosele cuestionar y someter a examen la información, discutirla con sus pares y construir conocimiento con ellos, en un marco de interacción comunicativa verdadera, guiada por pautas de equilibrio en la participación y la búsqueda colectiva de sentido, esto es, en el marco de un verdadero diálogo” (Biesta, 1995; Burbules y Bruce, 2001; Fe y Alegría, 2003).

Se parte de la idea de que el conocimiento es co-construido por el alumnado y el profesorado mediante la colaboración en actividades conjuntas. Skidmore y Gallagher [1] (2000) hablan de comunidades de investigación en las que los alumnos y alumnas desarrollan un proceso denominado discurso progresivo, donde las contribuciones de los diferentes miembros de la comunidad dan lugar al enriquecimiento del discurso en el aula y fomentan el aprendizaje significativo.

Este principio refuerza nuestro carácter de comunidad de aprendizaje con el objetivo común de participar en el desarrollo integral de todos sus miembros.

[1] Skidmore, D. (2000). From Pedagogical Dialogue to Dialogical Pedagogy. Language and Education, 14 (4): 283-296.

.

Principio pedagógico 5 del “Proyecto Educativo de Centro, Escuela Ideo“, págs 24-25.