Hoy, 17 de noviembre de 2016, es el Día Mundial de la Filosofía, una jornada que viene celebrándose todos los años desde 2002 cada tercer jueves de noviembre. En 2005 la UNESCO lo instituyó con el objetivo de promover una cultura internacional de debate filosófico que respete la dignidad humana y la diversidad.
Ya en las primeras líneas de nuestro Proyecto Educativo de Centro se refleja la sensibilidad de Escuela Ideo con esta materia cuando se afirma, citando a Platón, que “En el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que deducir que ella es la causa de todo lo justo y lo bello que hay en todas las cosas” (República, libro VII).
Contamos con las artes de esta disciplina en todas las etapas pues, como se afirma en el decreto de aprobación de la UNESCO, «la filosofía es una disciplina que estimula el pensamiento crítico e independiente y es capaz de trabajar en aras de un mejor entendimiento del mundo, promoviendo la paz y la tolerancia».
Bachillerato tiene Filosofía entre sus asignaturas y ya podemos ver hasta qué punto puede estar ayudando a entender la realidad que les rodea. Os proponemos leer una de las disertaciones filosóficas que han presentado últimamente, cuya temática se enmarca perfectamente en la 16 Semana de la Ciencia que estamos celebrando en Madrid:
«¿Preguntarse por las metas de la investigación científico-técnica es hacerse una pregunta filosófica? Para responder a esta cuestión es necesario plantearnos el concepto de pregunta filosófica, cuáles son las metas de las que hablamos y cómo afectan al ser humano. Sin embargo, la respuesta a esta pregunta se encuentra dentro de ella, y depende del punto de vista con el que la afrontemos, si es puramente práctico, para establecer un objetivo con el que trabajar (investigar), o una cuestión moral, planteándonos los efectos de la investigación desde un punto de vista crítico (analizando su efecto en la sociedad). A continuación, procederé a explicar detalladamente ambos puntos de vista:
Si nos aproximamos a la pregunta desde un punto de vista meramente práctico, no se trata de una pregunta filosófica, sino un procedimiento preliminar para comenzar a trabajar, el establecimiento de un objetivo claro. La ciencia se guía por un proceso predeterminado, una técnica que marca los pasos a seguir para alcanzar un producto final: el método hipotético-deductivo. Según este método, el primer paso, la observación, consiste en analizar el entorno y plantearnos una pregunta. Al hacer esto estamos marcando unos objetivos, definiendo a dónde queremos llegar con la investigación (a las respuestas a las preguntas que nos planteemos). Por lo tanto, preguntarnos por los objetivos de la ciencia es un paso fundamental de ella misma, no una pregunta filosófica.
En cambio, si nos preguntamos por la repercusión de dichos objetivos y los avances que estos implican, estamos haciendo un análisis de la moral y ética de la ciencia en sí: ¿Son sus avances y sus metas un beneficio para toda la sociedad, o solo para unos pocos? Tristemente, en el mundo en el que vivimos hoy en día, las investigaciones científicas están basadas en los intereses particulares de quienes pueden financiarlas, y los resultados que obtienen van en beneficio suyo, y no de toda la comunidad, a la que además, no se pide opinión sobre dichas investigaciones, y muchas veces les repercute negativamente. Bajo este punto de vista, la ciencia y la filosofía están íntimamente ligadas, y dependen la una de la otra para resultar efectivas. No podemos comenzar un proyecto científico sin plantearnos, con mirada crítica y filosófica, cuáles van a ser sus consecuencias para nosotros, como sociedad. Debemos ser responsables, y actuar en consecuencia, para que la ciencia sea realmente un avance y no un retroceso, que esté al alcance de todos y que no destruya todo aquello que ya hemos alcanzado.
Por todo ello, especialmente lo expuesto en el segundo punto, concluyo que, para satisfacer el verdadero objetivo de la ciencia y que esta sea efectiva, la pregunta sobre los objetivos y metas de las investigaciones tecno-científicas debe ser considerada como una pregunta filosófica, pues esto hará que ambas (tanto Filosofía como Ciencia) se enriquezcan, especialmente si tenemos en cuenta que ninguno de los múltiples saberes es capaz de subsistir por sí solo, y únicamente empleando y teniendo en cuenta todos ellos podemos llegar a ser plenamente felices y efectivos en el cumplimiento del objetivo vital que todos tenemos por el hecho de ser personas: el saber».
Marta H.
Coincido con las opiniones de Marta H. en su análisis de la relación Filosofía-Ciencia.
En efecto, pienso que todas las preguntas que afectan al bien humano, en última instancia deben ser filosóficas.
Vale parafrasear aquí aquello de que «la guerra es demasiado importante como para dejarla solo en manos de los militares». Y, así, la ciencia es demasiado importante como para dejarla solo en manos de los científicos. Y si la dejamos solo en manos de los tecnocientificos, entonces es peligroso, pues como ha demostrado Ulrich Beck, estamos en la «sociedad del riesgo».
Por eso es una maravilla que en el colegio IDEO, ya desde pequeñitos, niños y niñas empiecen a jugar, a experimentar con la ciencia. Y los y las adolescentes (por lo que he visto) sepan entrar a debate en las cuestiones éticas.
Así es que ánimo con este proyecto educativo, pues merece la pena.