Andar sin haber gateado, sentarse en el orinal cuando aún no ha madurado para conseguir el control de esfínteres, utilizar tablets y móviles cuando no conocen su propio cuerpo, “hacer” fichas cuando aún no controla el movimiento del brazo, enseñar lectoescritura sin tener un buen desarrollo del lenguaje, etc.
Y podríamos seguir… hay tantos aprendizajes que los adultos nos empeñamos en que los niños y las niñas consigan cuanto antes, en muchos casos sin que estén preparados, que podría parecer que tenemos prisa porque crezcan. Pero no es así, ya que al mismo tiempo nos parece que pasa demasiado rápido, que no nos permite disfrutar de todos los momentos, aunque a veces nos sorprendamos escuchándonos decirles como halago “que mayor eres”.
Disfrutar de esta maravillosa etapa de infantil es también disfrutar de cada uno de los pasos que completará el niño en esa escalera del desarrollo en la que todo tiene un orden. Y en la que cada escalón ayuda a lograr el siguiente, sin esfuerzo y en su momento. Pero el momento lo marca el niño, al que solo tendremos que acompañar sin limitar, ofrecer sin agobiar, alentar sin exigir.
El cerebro del bebé ya viene preparado con programas genéticos de desarrollo que se activan en el momento y en el contexto adecuado. Y cuando apresuramos el aprendizaje dejamos vacíos de información cerebral que su sistema nervioso tiene que suplir. Y cuantos más vacíos suplimos más ineficaz se vuelve nuestro cerebro.
En esta primera etapa infantil, no me cansaré de decirlo, es en la que se sientan las bases de desarrollo que necesitaremos después. Aquí empiezan a sustentarse los cimientos, la parte subcortical de nuestro cerebro, que hará que el cerebro cortical, más elaborado y con funciones más complejas pueda funcionar bien.
¿Cómo podremos copiar de la pizarra y entender lo que pone si nuestros ojos y nuestras manos no son capaces de trasladar con eficacia esa información al papel y tiene que hacerlo nuestro cerebro más evolucionado?
Es en la etapa infantil en la que nuestros ojos, nuestras manos, nuestros movimientos, van a ensayar esas habilidades para que, posteriormente, podamos hacerlas de forma automática y nuestro cerebro solo utilice su energía en comprender y en elaborar respuestas.
Es a través de los hitos de desarrollo motor como nuestros ojos aprenderán a realizar la convergencia y la divergencia visual que van a necesitar tener bien entrenada.
Andar sin voltear, sin reptar, sin gatear…
“mi hijo es muy listo, andaba con 9 meses”
A veces, cuando escucho esta frase me dan ganas de contestar que un bebé que anduvo tan pronto se ha saltado muchos escalones que necesita (los expertos recomiendan que el bebé gatee al menos cuatro meses).
Todos los bebés andarán, salvo que tengan alguna dificultad, pero que lo hagan antes saltándose hitos tan relevantes como el volteo, el arrastre o el gateo, supone no haber dedicado el tiempo suficiente al desarrollo de habilidades tan necesarias como: controlar su cuerpo, orientarse en el espacio (también en el gráfico que utilizará para escribir), inhibir reflejos primitivos, sentirse autónomo, no tener miedo al movimiento, tener un buen desarrollo vestibular y propioceptivo, etc.
Sentarse en el orinal para que vaya “aprendiendo”
¿Cómo se aprende una función que es madurativa? desmontar esta afirmación tan arraigada llevaría un post entero, pero al menos debemos decir que sentándoles antes de tiempo lo único que lograremos es que pierda la motivación para lograrlo cuando de verdad esté maduro. No se adquiere el control de esfínteres con aprendizaje, si no con madurez. Y con motivación, porque si alguna de las dos falla, aún no ha llegado el momento (o hemos insistido tanto cuando aún no había madurez que cuando la hay hemos perdido el comodín de la motivación).
Utilizar tablets y móviles cuando aún no conocen su cuerpo
En la etapa infantil el principal instrumento de aprendizaje de los niños es su cuerpo y su relación con el entorno. Ambos van a lograr que el pequeño comience a dar respuesta a las necesidades que se le plantean y a que estas sean cada vez más eficaces, más ajustadas. A través del movimiento, y de su sensorialidad, aprende a moverse y a parar, a conocer objetos y texturas, a responder a estímulos, a elaborar su propio pensamiento… y todo eso se pierde cuando están delante de una tablet o un móvil, que limita su movimiento, su expresión y su relación con el entorno. Por no hablar de la luz que irradian e inhibe la melatonina, de la observación pasiva que muestran cuando los están utilizando, de las dificultades visuales que provocan, la falta de concentración, etc.
Las tablets y los móviles, y en general todas las pantallas, tienen poco útil que ofrecer a los más pequeños, pese a que sean una atracción tan poderosa. Y en cambio limitan mucho (cuanto más tiempo, más limitación) que dediquen el tiempo a lo que realmente es importante.
Hacer fichas…
Puede que hacer fichas pueda tener algún atractivo para los más pequeños por imitación de lo que hacemos los mayores. Pero en concreto en la etapa de 0-3 poco puede aportarles, ya que una vez más, lo importante es afianzar lo previo.
¿Y qué es lo previo? Gesell ya lo dijo hace muchos años, la maduración sigue un orden céfalo caudal y próximo distal. Es decir, se logra antes el movimiento amplio de nuestros brazos que el movimiento preciso de nuestros dedos. Esta es una época de mover nuestros brazos, de utilizar ambos brazos y ambas manos, para tener una buena lateralidad en el futuro.
Y antes de simbolizar, pintando una pelota en una ficha, es muuuucho mejor jugar con la pelota 😉
Lectoescritura sin lenguaje
Aún siguen existiendo muchos colegios que inician la lectoescritura antes de que los niños estén preparados. Y este aprendizaje, que debería ser motivador e ilusionante, porque los niños desean aprender todo lo que hacemos los adultos, se convierte en una fuente de frustración cuando se produce antes de tiempo y les obliga a enfrentarse a diario, a algo que no están capacitados a realizar en ese momento.
Nuestro cerebro no viene preparado para leer y escribir, porque es una habilidad muy reciente para él. Necesita aprenderlo y “reciclar” áreas cerebrales para ello. Y una de esas áreas que va a utilizar, son las redes que utilizamos para el lenguaje. Por eso un niño sin un buen lenguaje comprensivo y expresivo difícilmente va a adquirir con facilidad este nuevo reto. Igualmente podríamos hablar de otras áreas necesarias para esa adquisición cuya maduración finaliza en torno a los cinco, seis años, de forma que no parece muy buena idea empezar pronto si no a su tiempo. El que cada niño marque, para que cuando esté maduro y motivado, lo alcance con facilidad y lo disfrute.
Estas son solo algunas de las cosas que nos perdemos, y hacemos que se pierdan, cuando nos empeñamos en que consigan habilidades que aún no les corresponden, haciendo en ocasiones que no puedan disfrutar de las que sí son propias de su edad. A veces la respuesta solo está en observarles, porque generalmente lo que les gusta es lo que están preparados para hacer.
Y en cualquier caso nuestro cerebro guarda un as en la manga, y es su increíble plasticidad, la que nos ayuda a aprender en cualquier edad lo que en ocasiones hemos podido perder por el camino.
Disfrutad de esta etapa tan mágica, pasa muy rápido.
Ana Muñoz, Pedagoga especializada en Educación y Neuropedagogía Infantil
Escuela Ideo &El Viaje de Neu